En Tucumán, los cuentacuentos están dejando su propia huella. Un gesto, unas pocas palabras alcanzan para recrear el sortilegio, como sucede con este cuento del guatemalteco de Augusto Monterroso, que algunos consideran como el más breve de la literatura universal: "
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".
Mirada
Y... ¿cómo se cuenta un cuento como éste o como los de Horacio Quiroga? Según Norma Aparicio lo fundamental es la mirada. "Es necesario estar conectado con el público a través de la mirada. Eso es lo que nos va a dar el pulso del relato, lo que nos va a indicar si la historia entretiene o no. Y, después, el énfasis que uno pueda ponerle a la historia a través del cuerpo. Con los gestos también hablamos", cuenta. De hecho, Aparicio incorporó a sus espectáculos el lenguaje de señas. "La idea es incluir también a los chicos sordomudos. Hay que verlos cómo disfrutan cada vez que contamos una historia con los gestos que ellos entienden", agrega.
Aparicio acaba de presentar en la Feria del Libro de Buenos Aires el espectáculo "La medias de los flamencos", basada en el cuento de Horacio Quiroga, en el que utiliza una técnica oriental absolutamente novedosa: el Kamishibai. "Es una manera de apoyar la narración a través de un escenario con papeles pintados", señala.